Vestigios

El paso del tiempo es inevitable. Transcurre ante nuestros ojos en el día a día, en nuestros caminos cotidianos, recurrentes. La Carola vio cómo sus guaguas crecían al lavar su ropa, al vestirlas. El paso de las estaciones se expresa en semillas, hojas y flores que recogemos de nuestro entorno. Conchitas o esqueletos encontrados en nuestros paseos nos hablan de la vida y muerte. El paso del tiempo deja sus huellas. Y la cerámica es capaz de contenerlo. Esta exploración es un intento por inmortalizar un momento.

¿Cómo parar el tiempo? La curiosidad se ha expresado en innumerables pruebas técnicas con pasta colada de porcelana y papel para contener el tiempo que la nostalgia no quiere dejar. Sirve la matricería. Pero también es necesario recurrir a “moldes perdidos”, única copia que sobrevive al quemar lo orgánico. La aplicación del color, tenue, es un intento por hablar de las estaciones. El blanco predomina, en cuanto señal de muerte que es parte de la vida.