Por medio del fuego, la arcilla se vuelve cerámica. La acción de nuestras manos se fija, el movimiento se congela. La naturaleza del horno también hace lo suyo. Ya sea de atmósfera oxidante o reductora, su acción se grabará en el resultado de las piezas, dejando sus marcas en la superficie. En otras palabras, las cocciones son un aspecto fundamental en la cerámica. Esto nos ha llevado a profundizar nuestro conocimiento de los hornos. Hemos experimentado en ellos, jugado con las curvas de temperatura; los hemos construido, desarmado y vuelto a armar.